La ecología emocional es la capacidad de gestionar nuestras emociones y sentimientos de forma que su energía origine conductas que aumenten nuestro equilibrio personal, favorezcan nuestra capacidad de adaptación, la mejora de nuestras relaciones y el respeto y cuidado de nuestro mundo.
La responsabilidad es un valor muy asociado a este concepto. Tal vez pensamos que no somos responsables de lo que sentimos, aunque podríamos hablar sobre ello, pero si somos responsables de lo que hacemos con lo que sentimos y las consecuencias de ello.
De igual manera que consideramos inadmisible arrojar residuos tóxicos al medio ambiente, tampoco debemos permitirnos lanzar emociones y pensamientos tóxicos a nuestro alrededor. Nuestro ecosistema afectivo y natural es frágil y somos responsables de protegerlo.
Si no gestionamos correctamente esas emociones tóxicas, corremos el riesgo de utilizar a quienes nos rodean como contenedores para volcar nuestra tensión y toxicidad no procesada. Recibimos lo que lanzamos y si no nos gusta lo que nos llega conviene revisar lo que emitimos.
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